Y así estaba yo,
sin saber nada de lo que pasa y nada de lo que pasó.
A veces me pierdo,
me cuesta encontrarme y entender que sucedió
otras veces se bien lo que hice y donde voy,
los medios, el fin, soy yo.

Miro a la gente,
no saben que los observo y a veces los juzgo
lo que hacen, lo que dicen
pero lo más importante,
lo que no hacen por miedo, inseguridad
lo que no dicen por vergüenza o a veces por razón
se quedan callados esperando algo,
algo que los salve de ese momento de incertidumbre
ocasionado por ellos mismos.

Y yo miro,
me pregunto tal vez si sabran lo que pienso
si se animan a meterse en este mundo lleno de rincones
marcados de historias ya vividas,
en este laberinto.

Me pregunto si sabran escucharse,
si seran conscientes de que pueden ser lo que quieran
o no seran nada.
Si viven.

Dudo mucho que lo sepan,
que se lo imaginen minimamente
dudo yo tambien de saberlo.
A veces estoy fuera de todo circuito normal en mi locura,
mi soledad y yo
estoy fuera dentro de mi mundo y dudo.

Me agarra esa ansiedad incontrolable de querer saberlo todo
de imaginarme y verme en escenas trágicas y felices
de vidas que no son mías
y otras veces soy yo la seguridad, esa, de mi alma.
Esa seguridad que necesita la gente cuando me busca
esa estabilidad que irradio cuando estoy en mi, paz.
Esa estabilidad insopotable y real.

Y así como los juzgo, tambien los entiendo
y me entiendo a mi,
al verme reflejada en otros ríos,
en otros mares, en aguas de acá y de allá, en otros cielos,
otros mundos, en otras vidas, en otras miradas.

Cuando me veo en otros ojos,
los tuyos, los míos en el espejo
en los de el, en los de ella,
en los ojos del alma.